El diario de un monstruo: el violador y asesino de niños que gozaba al escribir cómo torturaba a sus víctimas
Westley Allan Dodd nació en Toppenish, Washington, el 3 Julio de 1961. Fue el mayor de los tres hijos de Jim y Carol Dodd. Westley Allan Dodd, era muy buen alumno y “No tenía problemas con las drogas, el alcohol o el cigarrillo”.
El mismo año en que se separaron sus padres, fue arrestado por exposición indecente, pero fue inmediatamente liberado con el consejo de que fuera supervisado por asesores juveniles. Por supuesto, no lo hicieron
Poco tiempo después que Dodd se animó y fue por más: concretó sus primeros abusos físicos. Agredió sexualmente a sus pequeños primos de 6 y 8 años. Se consumó como pedófilo y lo largo de su vida traicionaría a todos los niños que tuvo cerca.
Avanzó sobre los hijos de una vecina, que él se había ofrecido cuidar, y también sobre los hijos de una mujer que había salido con su padre. La vecina se negó a presentar cargos pensando que iba a ser demasiado traumático para sus pequeños.
Se graduó del secundario en 1979 y con 18 años ya estaba desesperado por conseguir nuevas víctimas. En agosto de 1981, con 20 años, intentó secuestrar a dos pequeñas niñas que lo denunciaron a la policía.
Dos meses después, se alistó a la US Navy y fue enviado a la base de submarinos de Bangor. Allí siguió sumando acosos sexuales a su todavía ignoto prontuario: 14 casos más.
Poco después volvió a caer. Esta vez sí fue despedido de la fuerza y pasó 19 días detenido.
En mayo de 1984, fue otra vez encarcelado brevemente por molestar a un pequeño de 10.
En 1986, con 25 años, se mudó a Seattle. Se sentía invencible porque ya había atacado con éxito al menos a 30 niños. Quería más. Lo escribiría así: “Había decidido que usaría la fuerza y que no aceptaría nunca un no por respuesta”.
Eligió los más vulnerables, incluido el hijo de un compañero de habitación que tenía sólo dos años El pequeño se resistió con todas sus fuerzas, pero él le ató las manos con el cinturón de una bata. "La idea de usar la fuerza me excitaba”, reconoció a los peritos psicólogos.
Tenía deseos de matar a sus víctimas. “Cuanto más lo pensaba más me excitaba la idea de matar. Planeé muchas maneras de matar a un chico. Pensaba también en la tortura, la castración e, incluso, en el canibalismo”.
A estas alturas era un sádico sexual, que se sentía estimulado por tener el control del sufrimiento y la muerte, que se encaminaba a convertirse en un temible asesino.
En 1989, unos meses antes de que Dodd comenzara su trayectoria asesina, se mudó con una antigua novia con un hijo -que decía era de él- a un hotel. La convivencia duró solo cinco días.
En el mes de septiembre Dodd trabajaba como empleado en la compañía Pac Paper. Sus compañeros de trabajo contaron, tiempo después, que Dodd era "odd "(significa extraño en inglés): se paraba en una esquina,durante largo rato para mirar a los chicos pequeños que pasaban.
La tarde del 4 de septiembre fue una vez más al Parque David Douglas. Llevaba un cuchillo de pesca con una hoja de más de 15 cm y largos cordones de zapatos. Su idea fija era encontrar algún chico para concretar su fantasía más violenta.
Cole y William “Billy” Neer (de 11 y 10 años respectivamente) pedaleaban sus bicicletas de vuelta a su casa. Estaban llegando tarde a comer así que acortaron por el medio del parque. Fueron detenidos por un hombre joven que les pidió amablemente que se fueran con él.
Billy le preguntó por qué tenían que ir con él. Dodd respondió seco: “Porque yo te lo digo” y controló la situación. Los hizo esconder las bicicletas entre los arbustos y salirse del camino. Los llevó a un sitio arbolado y aislado donde los hizo ponerse espalda con espalda.
Les ató fuertemente las manos con los cordones. Les exigió que uno de ellos debía bajarse los pantalones. Los chicos estaban aterrados y muy confundidos. Cole preguntó si dolería... Dodd le aseguró que no.
Le ordenó sentarse y quedarse quieto, mientras volvió a atacar a Cole. El llanto de los chicos aumentaba su placer, luego de eso apuñaló a Billy. Como Cole quiso escapar, Dodd se volvió hacia él mientras, Billy herido, pudo salir corriendo hacia una calle transitada. Iba en pánico absoluto. Dodd apuñaló varias veces a Cole hasta que paró de moverse. Luego salió corriendo tras Billy y lo alcanzó antes de que llegara a la ruta.
Billy fue hallado enseguida. Primero pensaron que había sido atropellado por un auto, pero los médicos que lo revisaron rápidamente se dieron cuenta de que era algo mucho peor. De todas formas, Billy no vivió para contarlo.
Los investigadores volvieron al parque para revisarlo bien. A las 2 de la madrugada hallaron a Cole, también brutalmente asesinado. Westley ahora fantaseaba con cirugías experimentales y muerte. Había expresado: “Deseo comerme los genitales…”
El domingo 29 de octubre de 1989, Dodd manejó, cruzó el río y llegó cerca de Portland, Oregon. Justin Iseli, de 9 años, y su pequeño hermano Lee Joseph Iseli de 4 le dijeron a su padre Robert que irían al parque del colegio Richmond a jugar con amigos.
Dodd llegó a su casa sin que nadie lo viera con el menor. Una vez dentro, le pidió que se desvistiera y le sacó fotos. Luego lo ató a la cama con cuerdas y le siguió sacando fotografías. Le puso dibujos animados en la tele mientras él escribía los hechos en su macabro diario.
Dodd lo llevó a comprar un juguete. Al llegar la noche empezaron las violaciones, con algunas pausas para seguir escribiendo. En esos escritos fantaseaba cómo iba a matarlo. A las 5.30 de la mañana lo ahorcó. En vez de terminar su crimen, Dodd le hizo maniobras de resucitación.
Pero al rato lo estranguló nuevamente con una soga y lo colgó en el closet lleno de ropa. Sacó más fotos y se fue a trabajar. No quería llegar tarde. Cuando volvió a su casa, después de la jornada laboral, tomó su diario y escribió.
Luego bajó el cuerpo, lo llevó al auto y manejó hasta una planta de papel, cerca del lago Vancouver, donde descartó el pequeño cadáver desnudo. Quemó la ropa de Lee en un barril y se guardó el calzoncillo como “souvenir”.
La mañana del 1 de noviembre de 1989, el día de todos los Santos, la ciudad de Vancouver sentiría un nuevo cimbronazo. Una persona que paseaba cerca del lago descubrió los restos de Lee. La búsqueda había terminado de la peor manera.
La cacería del asesino de niños en los parques se desató. Pero Dodd sabía mantener un perfil bajo: se quedaba en su departamento escribiendo sobre sus planes futuros para seguir matando.
El 11 de noviembre de 1989, Dodd encontró a su nueva víctima. Estaba en el New Liberty Theater, en Camas, en las afueras de Vancouver. Se sentó en la última fila de la sala en la que se proyectaba Querida, encogí a los niños.
Vio a un pequeño que salía por el pasillo hacia el lobby. Iba solo. Dodd se levantó silenciosamente de su asiento y lo siguió al baño. Llegó a la puerta antes que el niño, y con una sonrisa abrió y lo dejó pasar. El chico era James Kirk II y tenía 6 años.
Los empleados en el lobby estaban relajados cuando el aire se destempló con aterradores gritos infantiles provenientes del baño de hombres. Se acercaron a la puerta y se toparon con Dodd que salía llevando sobre sus hombros al chico "Calmate, calmate hijo”. Repetia, pero el chico no se calmó nada y empezó a gritar más fuerte frente a los empleados: “¡Ayúdenme, ayúdenme!”. Salieron dubitativos tras ellos.
James aprovechó el brevísimo instante de libertad y salió disparado hacia los empleados del cine. No paró hasta que se agarró con fuerza de las piernas de uno de ellos y gritó con desesperación: “¡Ese hombre me iba a lastimar!”.
Fue el padrastros de James quien logró finalmente atraparlo por haberse querido llevar a su hijastro. Al principio, Dodd negó su participación diciendo que él “amaba a los niños”, a medida que pasó la noche y la policía le recordó q trabajaba en una planta a menos de 2 kilómetros de dónde había sido hallado Lee Iseli, empezó a confesar todo brutalmente, dando detalles pormenorizados. Mientras sus interrogadores se descomponían escuchándolo, él disfrutaba más y más. Descubrió que su confesión le revivia sus crímenes y eso le otorgaba mucho placer.
Se declaró culpable. En el juicio, entonces, sólo se decidiría su castigo. El equipo de investigación fue con una orden de allanamiento a su vivienda de Vancouver. En el pequeño, pero ordenado departamento, encontraron: sogas y cinturones para atar a sus víctimas... La ropa interior de Lee Iseli y un portafolio lleno de fotos… En ese portafolio encontraron lo peor: las fotografías polaroid de los abusos y torturas a Lee Iseli. Dodd no tenía pensado detenerse nunca.
Dodd confesó haber cometido unos 250 delitos contra niños. Durante el juicio, los siniestros diarios del acusado -en los que aceptaba su culpabilidad y describía los hechos- fueron leídos por la fiscalía en voz alta.
También se mostraron sus propias fotos. La defensa no llamó a ningún testigo, se dedicó a pretender probar que Dodd era legalmente insano.
La fiscalía pidió la pena de muerte y el jurado, seis hombres y seis mujeres, estuvo absolutamente de acuerdo. Uno de esos jurados se desmayó en la sala mientras se leían las atrocidades cometidas por Dodd.
Su ejecución en la horca fue la primera en los Estados Unidos desde 1965 y fue presenciada por 12 testigos: familiares de las víctimas, periodistas y oficiales de policía.
Su última comida fue salmón hervido y papas fritas.
A las 12:05 del 5 de enero de 1993, en la penitenciaría de Walla Walla, Dodd fue ejecutado. Tenía 31 años recién cumplidos. Le llevó 3 minutos morir, dijeron los forenses. Mucho menos que la agonía que padeció su última víctima.
Que buena historia y me alegro de que lo mataran el no iba a cambiar
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